jueves, 8 de mayo de 2014

Murió Richard Hoggart

Murió Richard Hoggart


El último 10 de abril falleció Richard Hoggart, considerado junto a Raymond Williams y Edward Thompson  uno de los “padres fundadores” de los Estudios Culturales británicos; además de haber sido el primer director del prestigioso Centre for Contemporary Cultural Studies.
Su obra más citada e influyente, publicada en 1957, The Uses of Literacy –traducida al español como La cultura obrera en la sociedad de masas- ha sido clave en la constitución del campo académico de la comunicación latinoamericano y argentino.  Allí aborda los cambios ocurridos, durante los años ´30 y ´40, en la cultura de la clase obrera inglesa a partir de la creciente influencia de la cultura de masas. La fuente principal para ese estudio fue su propia experiencia como integrante de esa clase social, lo que le permitió indagar en las actitudes y comportamientos, prácticas, costumbres y tradiciones, mediante los cuales la clase obrera ofrecía resistencia al embate de una industria cultural que comenzaba un proceso de expansión inédito hasta esos días y que no iba a detenerse.
El énfasis puesto en gran parte del libro en la descripción y análisis de esos mecanismos de resistencia no le impidió a Hoggart identificar críticamente algunas tendencias:
“… es necesario concluir que los miembros de la clase obrera están mucho menos influidos por su consumo cultural (de masas) de lo que podría suponerse. Sin embargo, cabría preguntarse cuánto tiempo más durará este capital moral tradicional, o si seguirá renovando para que el efecto continúe como hasta ahora”
 
Una pregunta fundamentada en la creciente expansión de la industria cultural y… del sistema educativo. Un movimiento contradictorio -¿o complementario?:
“El movimiento obrero luchó porque la educación fuese gratuita y obligatoria, pero el uso que han sido obligados a hacer de sus posibilidades de lectura les ha provocado una regresión cultural  mucho mayor que la que existía cuando la mayoría no sabía leer (…) la clase obrera que aspira a una mejor educación no tiene a su disposición una literatura y una prensa que respondan racionalmente a su proyecto”  
 
Los ecos frankfurtianos de buena parte de las “Conclusiones” de este libro (“Para la clase dominante, es más fácil atraer a la clase obrera a una cultura sin referencias objetivas de clase, ahora que las condiciones económicas hacen menos urgentes los deberes de lealtad y solidaridad de grupo”, dice casi al final) fueron ignorados por quienes marcaron la agenda de investigación –de objetos, teorías y métodos- en el proceso de institucionalización de los estudios latinoamericanos en comunicación y cultura; Jesús Martín-Barbero, como una de las figuras más destacadas de ese proceso. Privilegiaron la resistencia, como si esta fuera  ontológica y ahistórica.
De este modo se dejó sentada la base para la extensión de una tendencia que goza de muye buena salud en gran parte de los analistas e investigadores culturales: la de ver resistencia en cualquier manifestación simbólica de los sectores populares. Paradójicamente, o no, son esos mismos analistas e investigadores culturales los que no dudan en mirar de manera desdeñosa,  o en condenar explícitamente, a esos mismos sectores populares, y a la clase obrera directamente, cuando sus expresiones dejan el plano de lo simbólico y pasan a la acción directa, o sea a la dimensión estrictamente política: cuando esa clase social pugna por, parafraseando a Hoggart, volver a tener una cultura con rostro.