sábado, 23 de diciembre de 2006

Masificar el conflicto



Masificar el reclamo

Ante la inminencia de la Asamblea Universitaria que finalmente designó al nuevo Rector de la Universidad de Buenos Aires, el sábado 16/12 durante la emisión de su programa Marca de Radio, Eduardo Aliverti, periodista y docente de la UBA, se refirió al conflicto que afecta a esta institución y a las acciones llevadas adelante por los estudiantes encuadrados en la FUBA. Según sus afirmaciones, el reclamo de los estudiantes por la democratización de la universidad- por un verdadero cogobierno donde toda la comunidad universitaria estuviera verdaderamente representada- era totalmente legítimo. El error de los estudiantes residía, para él, en no haber podido masificar el reclamo. Es verdad que el reclamo no se masificó salvo en contadas ocasiones; seguramente, la desinformación y el poco interés de gran parte de la comunidad universitaria jugaron un papel fundamental para que así fuera.
Aunque el problema es mucho más complejo, aceptemos esta caracterización del periodista. Porque si el problema reside sólo allí, entonces era de esperar otra actitud de Aliverti: que aprovechara su audiencia masiva para explicar cómo afecta a los estudiantes, docentes y no docentes, y a la sociedad en general, que un grupo de personas quiera continuar manejando la universidad pública en beneficio propio y de espaldas a la resolución de los problemas sociales. Esperábamos, en definitiva, que aportara su pequeña contribución para que el reclamo –repetimos, legítimo según sus propias palabras- se masificara. En vez de eso, Aliverti utilizó el resto de los pocos minutos que le dedicó al tema a fustigar contra los estudiantes y su empecinamiento en no permitir que se realice la Asamblea Universitaria previo a la reforma de los estatutos. Ante la inmediata consumación de la intervención sin máscaras del gobierno nacional en la universidad -con palos, gases y balas de goma y la anuencia de todos los decanos- era necesario un pronunciamiento claro de los comunicadores y profesores. Pero Aliverti gambeteó ese compromiso con el único objetivo de cuestionar la táctica de los estudiantes. Interesante contrasentido para alguien que minutos antes (o después, ya no lo recordamos) no quiso dejar sentada su posición sobre los pases de conductores, periodistas y actores que están ocurriendo en los medios de comunicación aduciendo que “los grandes hombres discuten grandes problemas, los hombres mediocres asuntos mediocres y los pequeños hombres discuten sobre otros hombres”.
Un ejemplo más de las limitaciones del progresismo argentino y de sus mentores mediáticos que, cuando la realidad acecha, sólo atinan a cuestionar cómo se lleva adelante una lucha. Eso sí, de ideas y propuestas nada. Su energía la derrochan en promover el aislamiento del que acusan a los luchadores sumando más confusión a la montada por los operadores periodísticos y los periodistas ignorantes (suponiendo que ellos no sean ninguna de estas dos cosas). Y si no resulta suficiente, rematan su descomposición ideológica sacando de la amanga siempre el mismo as: la acusación de dogmáticos. Pobres, no saben siquiera diferenciar entre dogmas y principios. Precisamente, son esos mismos principios los que no nos permitirían lucrar con la crisis de la UBA promocionando un instituto privado en la misma puerta de una de las facultades donde (nosotros sí) damos clases.

Bernardo León

miércoles, 20 de diciembre de 2006

Inclusión Educativa

Inclusión educativa

¿Cuáles son las políticas llevadas adelante por el gobierno nacional tendientes a reducir la “deserción” escolar? ¿Qué recursos destina el mismo gobierno a estos programas teniendo en cuenta que dispone de un superávit fiscal estruendoso? Ambas preguntas encuentran un indicio de respuesta en el último número de la revista del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, El Monitor de la educación. Allí, en un pequeño recuadro de una de las notas, se mencionan dos líneas de acción del Programa Nacional de Inclusión Educativa: “‘Volver a la Escuela’ –para chicos y chicas de 6 a 14 años- y ‘Todos a estudiar’, para los de 11 a 18”. Ambas tienen como objetivo brindar ayuda económica para que las niñas y niños de familias con bajos ingresos puedan reincorporarse al sistema educativo. El monto de las becas es de $400… anuales!!! Lo que equivale a… $33,33 por mes!!! Una vergüenza.

viernes, 15 de diciembre de 2006

¿Nueva Ley Nacional de Educación?

¿Nueva Ley Nacional de Educación?

Finalmente, se sancionó la (¿nueva?) Ley Nacional de Educación y no podíamos dejar de mencionar algunas cuestiones. Sobre todo porque, como era de esperarse, una vez más se hizo a espaldas de la sociedad y de los trabajadores docentes. La nueva norma que reemplazará a la Ley Federal de Educación fue aprobada ayer en Diputados y ya lo había sido el miércoles 6/12 en Senadores. Tamaña responsabilidad social y política les demandó a los (supuestos) representantes del pueblo argentino, unos pocos días. Pudieron hacerlo así –rápido, con un único proyecto para discutir y sin modificaciones- gracias a la farsa del consenso organizada por el gobierno y la burocracia sindical que consistió, básicamente, en una serie de jornadas de discusión y debate desarrolladas en las escuelas entre docentes, padres y alumnos. Supuestamente de allí saldrían los lineamientos generales de la nueva normativa que daría certificado de defunción a la Ley Federal –de la cual Filmus y su equipo técnico fueron asesores-. Donde pudieron realizarse esas jornadas –en muchos establecimientos no se hicieron porque no se recibió el documento o llegó muy tarde-, las críticas al gobierno, a su anteproyecto cargado de eufemismos y reivindicaciones mercantilistas y clericales, y a la metodología de consulta, fueron abrumadoras. Ninguno de los reclamos de la comunidad educativa fue satisfecho. Ninguna de las críticas fue dada a conocer a la opinión pública. Obturadas por los burócratas traidores o ninguneadas por el gobierno y los medios –casi ninguno dijo nada de la multitudinaria Marcha Nacional Educativa del 15/9 en contra del proyecto de Kichner- Filmus-Yasky-, las reivindicaciones docentes sobre su salario, sus condiciones de trabajo y el sistema educativo siguen tan lejos como con la anterior ley. Sabemos que no es una cuestión de una norma u otra sino del sistema y sus gurúes. Y para muestra, en este caso, sólo bastan dos botones de esta ley: cómo se (des)financiaciará el sistema educativo y en qué consiste su (falsa) unificación.
La llave maestra está en los recursos y el Estado nacional sólo financiará una mínima parte del presupuesto educativo. En el país del súper superávit, y al igual que con la Ley Federal, se dejará la mayor parte del presupuesto educativo en manos de las administraciones provinciales, que a su vez dependen del gobierno nacional por medio de la coparticipación federal. En los hechos, esto significa que el sistema educativo seguirá siendo provincial, como también establecía la Ley Federal, y que se seguirán generando desigualdades manifiestas entre cada distrito, ya que la calidad del sistema educativo de cada provincia dependerá del acuerdo de turno entre la camarilla con asiento en la Rosada –la que maneja la caja- y los señores feudales de las provincias -que deciden hacia dónde va cada moneda-. Así, la unificación del sistema educativo constituye sólo una formalidad que continuará haciendo agua por todos lados. Si no, veamos: cada provincia deberá decidir si la secundaria será de 5 o de 6 años y, además, está estipulado que los Institutos de Formación Docente continúen dependiendo de los estados provinciales. En definitiva, ni nueva ni nacional.

jueves, 14 de diciembre de 2006

Sarlo y la Asamblea de Gualeguaychú

Sarlo y la Asamblea de Gualeguaychú


"El semanario uruguayo Brecha (1/12) consulta a varios ´analistas´ sobre la índole de la Asamblea de Gualeguaychú. Las apreciaciones dicen más del retroceso político e intelectual de los intelectuales del centroizquierda que de su ocasional objeto de estudio.
La académica Beatriz Sarlo, ex asesora de la Alianza, opina que en la Asamblea conviven características contradictorias: una ´intensa democracia interna´ y la ´intransigencia´. La intransigencia, según Sarlo, se demuestra porque ´frente a la defección se depura de los elementos vacilantes´. Un ejemplo sería el ingeniero Rubio, que fuera declarado ´traidor y persona no grata´ luego de que ´se dejó convencer por Botnia sobre el carácter no contaminante de las plantas´. Menuda vacilación.
Los entrerrianos serían intransigentes, además, porque defienden un programa innegociable:
´No a las papeleras´. La Asamblea, dice Sarlo, ´no tiene perspectivas porque no puede, ni quiere, ni está en condiciones de aceptar que la radicación de las pasteras es una cuestión que, en caso de que se resuelva más o menos favorablemente para la Argentina, siempre requerirá de una negociación´. Puede ser, ¿pero con quién? ¿Con Botnia y el Banco Mundial? ¿Con su testaferro Tabaré? ¿O con los trabajadores de Uruguay y de Argentina?
¿Por qué no se convoca a un referendo en ambos países, con amplia participación de todos los partidos rioplatenses, para que uruguayos y argentinos decidamos, luego de discutir y, si es necesario, negociar entre los pueblos?
La miopía política de esta especialista en crítica cultural le ha impedido ver que las únicas negociaciones que están en curso, como la de España, han sido el resultado de la ‘intransigencia’ de la de Gualeguaychú; desde Bielsa a Taiana, la marcha de Botnia fue imparable, sin negociaciones que valgan, incluso cuando se encuentra en litigio el convenio sobre el uso compartido del río Uruguay."
Olga Cristóbal, "La condición miserable de la ‘inteligentzia’ argentino-uruguaya". Ver nota completa en Prensa Obrera, n°975, 7/12/2006.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Una diversidad monocorde

Una diversidad monocorde


La revista del Ministerio de Educación -El Monitor- se define como un "espacio plural", que expresa "diversidad de voces" y "pluralidad de experiencias", y que se resiste a convertir en "la voz unívoca y monocorde de un Estado central que emite la línea oficial".
Ni siquiera hace falta leer el material para desmentir tal presentación.
En su último número, su directora -Inés Dussel- publica una nota introductoria al dossier sobre niñez contemporánea, reproduce un artículo de su autoría publicado en La Nación y suma su crédito a la entrevista realizada a una investigadora extranjera.
Tres intervenciones en una misma revista -o cuatro, si contamos el editorial compartido con Daniel Filmus; o cinco, seis, siete, ¿todas?, si agregamos al elenco estable de escritores del Ministerio- ¿no son demasiadas? ¿No atentan contra la promocionada diversidad y pluralidad ministeriales?

martes, 12 de diciembre de 2006

El grito de google

El grito de google



Sin duda es una observación menor. La industria cultural usó la misma imagen en otros productos (un capítulo de Los padrinos mágicos). Y similar procedimiento ha utilizado con otras pinturas tan clásicas como esta: Campo de trigo con cuervos de Van Gogh en Los Simpson, Mujer llorando de Picasso en algún otro dibujo que ahora se nos escapa, o, para no abundar, La Gioconda reproducida hasta el cansancio en enlatados, imagen institucional de una escuela privada de dibujo, etc.
¿Acaso lo propio de la industria no es apropiarse y formatear las creaciones de la cultura "letrada" y la cultura "popular" hasta convertirlas en ese espeso caldo llamado "cultura masiva"?
Es irrelevante, sobre todo, si consideramos que se trata de Google, uno de los gigantes de Internet, que acaba de adquirir Youtube -un proveedor gratuito de videos- por 1650 millones de dólares (la más grande inversión en el rubro desde la fusión de AOL-Times-Warner, en 2000).
Pero, igualmente, no podemos dejar de escribir una nota al pie para expresar nuestro malestar al descubrir, como millones de navegantes en el día de hoy y en el mundo entero, la reproducción de El grito (1893) del pintor noruego Edward Munch, reconvertida en el logo de la multinacional.
Salvo que la cuestión no sea tan menor: que el grito de ese espectro fantasmal reactualice sus referencias y aluda, no a la crisis por venir de las primeras décadas del siglo pasado, sino al terror de los usuarios de google (nosotros mismos, ahora) al enterarse de que la empresa, que define su misión como la de “proveer un acceso no manipulado, adecuado y libre a la información”, se ha convertido en un gran policía al instrumentar sus redes de búsqueda no sólo para cuadricular perfiles de consumidores internacionales -y ahí está su enorme negocio- sino también para localizar, como lo está haciendo el gobierno de Bush, "los nombres de iraníes involucrados en un [supuestísimo] programa clandestino de armas nucleares"?
Google watch us. ¡Ay!

lunes, 11 de diciembre de 2006

Ser de derecha

Ser de derecha


El viernes pasado, en la sección Universidad del diario Página/12, Horacio González, sociólogo y actual director de la Biblioteca Nacional publicó una columna de opinión -que se suma a una serie- en torno a la crisis de la UBA.
Ser de izquierda es el título. Y vuelve, como no podía ser de otro modo, previsiblemente -porque sus barroquismos, sus períodos fraseológicos más o menos novedosos, siempren aran la misma huella- a intentar algo así como elucidar lo que significa la izquierda hoy, en Argentina, y particularmente en la lucha universitaria que lleva adelante el movimiento estudiantil encabezado por la FUBA.
González se equivoca al señalar que la izquierda estudiantil "parece de derecha" porque "busca sus motivos menos en las grandes concepciones del mundo, que en los sistemas de ciudadanía internos y en los regímenes estatutarios de las universidades". Basta una simple lectura a los cuatro proyectos recientemente presentados ante el Consejo Superior para desmentir el punto. La FUBA propuso resoluciones para reclamar el aumento presupuestario, el nombramiento con salario de los docentes ad honorem, partidas presupuestarias para resolver la formidable -por su profundidad- crisis edilicia y claustro único docente.
Se podrá decir que tales proyectos nada indican sobre cuestiones "mayores" -el sentido último del pensamiento universitario y sus requiebros-, pero debe concederse que con los brazos atenazados al cuello -eso es la asfixia presupuestaria- resulta como mínimo difícil elucubrar otras cuestiones.
Los cuatro proyectos constituyen un piso. Vale aclarar que tal piso no fue aceptado por los consejistas superiores. Vale aclarar también que tal piso excede el reclamo "institucionalista" y de mayores representaciones que le adjudica -como único programa- el director de la Biblioteca.
Por eso González ya no se equivoca sino que altera tortuosamente la cuestión al señalar: "Es cierto, todos queremos reformularlos, ampliarlos, declarar el fin de los estamentos cerrados profesorales, ir hacia la remuneración universal del trabajo docente, pero no a costa de la volatilización de los claustros, de la omisión el problema de los propios lenguajes enclaustrados –deficiencia común a izquierdas y derechas–, de la desconsideración respecto de los irreductibles estilos de conocimiento y de las singularidades vocacionales".
No "es cierto". En modo alguno. El "todos" de la cita es una entidad vacía. La mayoría de los decanos de la UBA "dicen" que están dispuestos a reformular el Estatuto... pero después de haber consagrado el nuevo Rector. Es decir, sobre la base del antiguo régimen. En 2002 ya habían asumido este compromiso... y nada.
Tampoco "es cierto" que "todos" quieran reformar el claustro de profesores para convertirlo en un "claustro único", esto es, un claustro que asegure la participación igualitaria de todos los docentes de la UBA. Esto, sencillamente, rompería con un esquema en el que poco más de 600 docentes se arrogan la representación de 30 mil. Levantar la consigna de un docente un voto puede resonar hasta liberal, pero eso no habla de la limitación de sus alcances sino de la naturaleza oligárquica del gobierno universitario.
Menos acuerdo existe en torno a la necesidad de lograr la "remuneración universal del trabajo docente". Queda claro que, si existiera tal consenso, lo podrían hacer efectivo con una resolución o llevando tal exigencia a las autoridades del Ministerio de Educación. No recordamos, dicho sea de paso, una declaración pública del profesor Horacio González en favor de estos reclamos.
Pero, incluso si concediéramos que "todos" acuerdan, resultan falsas las consecuencias que, según el director de la Biblioteca, derivarían de la intervención estudiantil: volatización de claustros, el problema de los lenguajes enclaustrados... Ningún estudiante, hasta donde sabemos, propuso pulverizar claustro alguno y menos enclaustrar lenguajes. Lo que sí está enclaustrado -y la responsabilidad es de los decanos y los asambleístas- es el debate sobre la universidad y la búsqueda de una salida que volatilice la actual orientación privatizadora.
González añora otras épocas porque ahora no encuentra "corrientes universitarias de pensamiento", "creencias culturales de contornos amplios". Halla en el pasado los mejores momentos de la inquietud intelectual. Está claro. Ese pasado -imaginario- lo interpela como lector (¿y qué mejor lugar para un bibliotecario y un intelectual ubicuo?). Pero, lástima, lo que reclama su atención está en el presente. Es ahora cuando González debería expresarse sobre el nudo del conflicto: ¿avala la candidatura de los decanos alterinistas progresistas?, ¿reclama salario para todos?, ¿dice algo de los edificios que se derrumban?, ¿denuncia el ajuste de la universidad a los lineamientos del Banco Mundial?
En lugar de manifestarse por cuestiones tan prosaicas -él que se devela y enreda en una prosa martinezestradista o davidviñista-, echa vuelo a su nostalgia por todo tiempo pasado cuando había pensamiento, creencias con contornos y otras cuestiones similares y tan profundas.
El artículo se cierra con una caracterización de la izquierda de la FUBA como escisionista. ¿Y qué otra cosa cabe si no la escisión cuando se constituye el megabloque de los doce decanos alterinistas progresistas, con camarillas que manejan la universidad como si fuera un negocio privado y un espacio para la especulación no intelectual sino financiera de las grandes empresas como Techint y Monsanto?
El director de la Biblioteca teme quedar preso "de un juego de espejos devastador", cuando, en realidad, queda prisionero de su propia retórica y de su alineamiento actual con el gobierno y con las minorías que dirigen la universidad pública.
Un último desvelo: González y otros sufren por un motivo adicional. La izquierda "real" es la que, con su intervención, los refleja como jamás soñaron verse. Del otro lado del escritorio. Sí, y a la derecha. Ese espejo, está claro, produce un efecto verdaderamente devastador.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Desaparecido

Desaparecido

El presidente Néstor Kirchner lo llamaba "compañero" desde la tribuna y garantizaba todos sus esfuerzos. Pero negaba que se tratara de un desaparecido, como denunciaba el gobernador Felipe Solá, quien convocaba a las organizaciones sociales (¿a cuáles) a participar de la búsqueda. Y el rastrillaje. Con su ministro León Arslanian aseguraba que retirarían de la bonaerense a la mano de obra ocupada (luego nos enteraríamos que apenas habían sido jubilados veintitrés represores). Uno de los Fernández, luego de desdecirse de lo que había dicho (que el desaparecido podía estar con su tía), juró que el tema era prioridad de Estado. El mismo que mandó a reprimir la movilización de La Plata para escrachar a Rodolfo González Conti, un estrecho colaborador de Miguel Etchecolatz. Los jueces siguen planteando la causa como averiguación de paradero (no, desaparición forzada). Las organizaciones de DDHH cooptadas por el gobierno nada reclaman o lo hacen con el cuidado de no perjudicar la imagen presidencial (como si estuviera libre de cargo y de culpa). Los diarios lo ponían en primera plana, luego en páginas interiores, luego lo convirtieron en caso, luego nada. Doblemente desaparecido. Posiblemente reavive el interés periodístico el nuevo aniversario, y así. Como hace treinta años, el aparato represivo sigue intacto, pero a las órdenes de un presidente que se proclamó "hijo de las madres". Como hace ochenta y un días, Jorge Julio López sigue desaparecido por haberlo denunciado:

...
lo saca Etchecolatz con el grupo de picaneadores, grupo que reconozco alguno como Garachico, Aguiar y Urcola… uno que fue después comisario, no sé qué, la madre tenía una … lo reconozco porque la madre antiguamente había tenido una panadería en Los Hornos. Y a este Manopla Gómez, que era el que te hacía todas esas hechurías, te pegaba patadas en los calabozos, iban…
Y después lo vuelven a torturar el día 3 del 2. El 3 lo llevan a la celda y me tiro en el suelo. Y por ahí siento una mujer que grita: “no me peguen, no me peguen”. Y me asomo y estaba… ¿Saben quién estaba ahí?... El señor Plaza que la había llevado.
Y la mujer le dice: “¿por qué no me defendió, padre?” Resulta que era una mujer muy grande, sería gorda y medio alta, que después cuando la picaneaban le decían: “¿quién te trajo a vos”. “El Palomo”, dice. “¿Y quién era el Palomo?” “Plaza”. “Ah, el Palomo te trajo. ¿Y cómo sabés?” “Sí, ahí está, mire”.
Resulta que Plaza… esta mujer viene en un micro y cuando llega ahí, la ve que la siguen. Al seguirla se baja y se mete en la catedral y entonces van los de la brigada, se le meten adentro, y le dicen que la entregue o se meten ellos. Dice Plaza: “no, váyanse que yo se la voy a llevar”. Por lo que sentí ahí.
Después a esa mujer la torturaron un poco y no habló. Entonces los que la torturaban agarraron y la sacaron. La llevaron en la misma camilla a la rastra y la sacaron afuera.
El día 4 apareció otros chicos que no sé quiénes eran y los metieron adentro, pero nunca supe quiénes eran.
El día 5 aparece -serían las once o doce de la mañana, no sé porque hora no tenía-, aparece Patricia Dell´Orto con el marido, toda torturada. La torturan un día, dos, junto con nosotros. Le hacían preguntas: “¿qué hacían ustedes en la Unidad Básica ?” Y Patricia no respondía. El marido estaba tirado, todo lastimado, y ella hasta un mechón de acá a la rastra le sacaron con pelo y todo. Sangraba por acá. Todo desecho los dos.
Bueno, después la atan así en el palenque -que le decíamos los cepos, nosotros- y la tienen atada enfrente de donde estábamos nosotros tres.
Y el marido estaba tirado en el suelo, y este Gómez le decía: “levantate –dice-, no ves que tu… -¿cómo es que le decían?, él era el jefe, lo trataban como el jefe, le daban otro nombre- que ahí están tus muchachos –dice- tus montoneros, y le va a dar vergüenza que un jefe sea tan flojito y esté tirado”. Y le hacían así con las patas. Y Patricia gritaba. Y entonces qué hacen: le agarran y le tapan la boca y le pegan. Y a la noche a los dos los vienen a torturar. Era noche y día. Los torturaban porque ellos dos no declaraban y nosotros qué sabíamos poco también de ellos.
Bueno, así llega hasta el día 9 entre tortura, golpe... Y yo por una mirilla y la puerta que estaba rota así, abajo. O me tiraba en el suelo o miraba por una mirillita que había para arriba, pero arriba no quería porque me podían ver, abajo me disimulaba.
Así pasé el 7, el 8, entre tortura y todo. Hasta que llega el día 9… a la noche llegó toda la patota.

Autonomismo

Autonomismo

¿Qué sería de la retórica autonomista si la interrogación -con o sin signos- no existiera, hubiera sido derribada por la urgencia de los acontecimientos? ¿Qué sería, entonces, de esa enunciación si estuviese forzada -por el lenguaje siempre vertical- a expresar sus incertezas, ideas apenas entrevistas, balbuceos varios, caminos que se forman y bifurcan, de un modo no digamos enfático sino al menos asertivo? ¿No descubriríamos acaso "un desanimado viento de obviedad y resignado conformismo"?

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Nonsense

Nonsense

"Ahora Boltanski y Chiapello señalan que aquellos valores y deseos que en los años sesenta poseían un carácter contracultural, revolucionario, vital, en los años noventa pasaron a ser los motores ideológicos del capitalismo. Consignas que en los años sesenta implicaban un corte radical con el pasado, con la familia, con el mundo del trabajo, con la historia inmediata, hoy funcionan como instrumentos de cohesión social, como la ideología de la época. ¿Cuáles eran esos deseos revolucionarios de los años sesenta? Mayor flexibilidad en la vida cotidiana; mayor autonomía personal; el elogio del cambio permanente, de la incertidumbre, de la creatividad; la crítica a las estructuras rígidas, a la burocracia, al Estado; el cuestionamiento de las instituciones cerradas y la defensa de los vínculos en red; la búsqueda del placer, la preponderancia del deseo; la utopía de un mundo global.
Este es el programa del capitalismo contemporáneo.
Son todas las batallas ganadas, es decir, perdidas. Cambiadas de signo. La flexibilidad llegó, pero al mundo laboral, dejando un tendal de desocupados y excluidos; la incertidumbre guía la vida cotidiana, y allí se ven las manifestaciones reclamando más seguridad; las empresas trabajan en red, y todo ha sido tercerizado, precarizado; la globalización es total, y sólo liberó los mercados y las energías militares.
[...] si se analiza su nuevo espíritu, nos encontramos con el mismo discurso de la crítica artística de los años sesenta, pero con su sentido cambiado, con sus valores invertidos, con sus intenciones revocadas. No encontramos un discurso que venció a otro, sino el mismo discurso sin su sentido (como si el capitalismo funcionara al modo del nonsense)."

Reseña de El nuevo espíritu del capitalismo, un libro de los sociólogos Luc Boltanski y Éve Chiapello, por Damián Tabarovsky. Publicada en la revista Otra parte, n°10, verano 2006-2007.

martes, 5 de diciembre de 2006

Fórmula perfecta

Fórmula perfecta

Comprender las normativas que regulan la educación argentina no es sencillo. Entre los tecnicismos legales y los eufemismos lingüísticos, la tarea se hace muy ardua. Por ejemplo, si queremos explicar lo que de verdad significa esta “nueva” ley educativa que se está pergeñando la tarea no es nada fácil. Por suerte, no son pocas las oportunidades en que el dato duro de la realidad se apiada de nosotros y nos allana el camino. La noticia publicada ayer por el diario La Nación va en este sentido. Allí se afirma que la cantidad de colegios privados en la Ciudad de Buenos Aires, y en la provincia, se incrementará en el año 2007 Todos sabemos que el crecimiento de la educación privada –una forma de lucrar con un derecho que debería ser garantizado por el Estado- obedece a la destrucción de la educación pública y gratuita. El crecimiento de escuelas privadas es inversamente proporcional a la debacle de la escuela pública, del salario docente y de las condiciones de trabajo. Porque un incremento en el número de establecimientos significa continuar con la política de desvío de fondos públicos para financiar negocios privados bajo el velo de la subvención (en la Ciudad de Buenos Aires el Estado subvenciona casi la mitad de las escuelas privadas). Subvención estatal más salarios miserables –los de los docentes en este caso-, junto con ingredientes indispensables como la complicidad del gobierno con sus leyes mercantilistas y la traición siempre a mano de la burocracia sindical. La fórmula perfecta de cualquier negocio.

lunes, 4 de diciembre de 2006

Hinchadas ciudadanas

Hinchadas ciudadanas

“En un país tan dañado como el nuestro, tenemos que recrear formas de convivencia solidarias y participativas. Esto supone referirse a la cultura en el sentido amplio, en lo que llamamos el ´proceso de construcción de ciudadanía´, que sedimenta en valores, en símbolos, en rituales, en mitos, en estilos de vida, en instituciones y en prácticas. Los hechos culturales pueden ayudar a mejorar la sociabilidad, superar prejuicios, cambiar la imagen del adversario y encontrar nexos en las diferencias".
De este modo, el Secretario de Cultura de la Nación, José Nun, fundamentó Hinchadas Ciudadanas, un programa que intenta promover -nos aseguran- una "cultura de paz, tolerancia y no discriminación". La primera presentación consistió en un recital relámpago -por lo breve- de Horacio Fontova durante el partido de River y Boca, el 8 de octubre pasado: interpretó dos canciones de su autoría, saludó a toda la hinchada, y abogó "por un futuro en paz".
Si analizáramos tamaña estupidez, demoraríamos unas cuantas líneas en refutar todo: desde el carácter del programa, su -digamos- módica iniciativa, su concepción de "cultura de paz y tolerancia" -los peores lugares comunes de un socialista arrepentido como Nun- hasta la idea, tan de moda, de que una política cultural puede atenuar los efectos culturales producidos por las políticas económicas y sociales del Gobierno -éste y los anteriores- que produjeron "un país tan dañado como el nuestro".
Pero el punto, aquí, es otro. La página oficial nada dice de la segunda presentación. Y nos preocupa. ¿Habrá que consignar como otra parte del Programa Hinchadas Ciudadanas a las patotas que el Gobierno de Néstor Kirchner envió contra la asamblea de trabajadores y trabajadoras del Hospital Francés?

domingo, 3 de diciembre de 2006

UPa

UPa

No se trata de reeditar tesis alguna sobre maniobras conspirativas o manipulaciones de conciencia. Pero el hecho (cierto) es que el tipo sintió un escalofrío (¿agudo se dice?) cuando, mientras caminaban por la avenida Córdoba, su hijo, de apenas seis años, le señaló el cartel y recitó, casi sin pensarlo, como un autómata, aquel anuncio de la tevé, un cartón separador que sólo demoraba unos segundos en la pantalla, que rezaba: "a este programa lo auspicia la Universidad de Palermo".
Ya se había acostumbrado (¿resignado?) a que reconociera otras tantas marcas apenas entrevistas en el pasaje que va de la televisión a la calle (o al revés). Pero aquello era demasiado. La gota final que le demostraba que su hijo había aprendido (le habían enseñado) a decir
UP, antes, mucho antes, de aprender a pronunciar, y a imaginar siquiera, el nombre y la existencia de una universidad pública y gratuita.

viernes, 1 de diciembre de 2006

"Dueños"

“Dueños”

La publicidad es uno de los principales soportes simbólicos del sistema capitalista. Viendo alguna de ellas podemos vislumbrar atisbos del imaginario social y político tanto de los enunciadores de cada texto -empresas y agencias- como del público. Tenemos la posibilidad de interpretar cómo piensan los agentes del mercado y también podemos ver de qué manera se interpela a los potenciales consumidores; y se sabe, para que haya una interpelación efectiva hay que compartir códigos, tiene que haber un terreno de significaciones comunes. En este sentido, la saga “Dueños” del Banco Hipotecario nos muestra, de manera solapada, el funcionamiento del capital y sus intentos por construir esa legitimidad social que imperiosamente necesita, a través de la exageración, el humor y la supuesta originalidad como recursos retóricos.

Recordemos la saga. La primera de ellas -la publicidad más larga de la historia- representaba una convención de “dueños” (la diferencia semántica entre dueño y propietario nos hace pensar que no es casualidad la elección de un término en desmedro del otro). Muchos individuos –la cantidad no es un dato menor- reunidos en un teatro o pequeño estadio, para festejar el hecho de ser “dueños”. Uno podría decir que en este primer capítulo se resaltaba, principalmente, una idea: el dueño hace de su casa y en su casa lo que quiere. Como en la época de auge de la burguesía -siglo XVIII, sobre todo en Inglaterra y Francia- los ámbitos público y privado aquí están bien delimitados. Es más, uno podría afirmar que lo público se constituye a partir de la reunión de individuos en tanto individuos. Una versión degradada de los salones y los cafés de las principales ciudades europeas durante el período mencionado. Pero lo más interesante es que los caprichos -¿cabe otra denominación?-, las razones que motivaban el deseo de ser “dueños”, eran claramente privadas. Esto significa que, en principio, no afectaban el espacio y los intereses de los otros; tampoco los públicos. La libertad burguesa en todo su esplendor. Pero no hay libertad burguesa sin capitalismo, y no hay capitalismo sin contradicciones.

Al igual que el capital, el segundo capítulo avanza en dos sentidos. Ahora sus caprichos se ubican en la frontera entre lo público y lo privado. Los “dueños” de un edificio –atención, muchísimos menos que en el primer capitulo- deciden colocar un samba en la terraza para festejar, otra vez, ser… “dueños”. Ahora sí, este capricho puede ser visto por otros dueños y por los que no los son –adquiere visibilidad pública-. El límite tan claro entre lo público y lo privado queda desdibujado. Si bien están en la terraza de “su” edificio, se sabe que el samba no funciona sin la música a un volumen considerablemente alto y con el grito de quienes están arriba sacudiéndose por los movimientos bruscos e inesperadamente cambiantes de la máquina. Así, el capital no sólo se devoró varios “dueños”, sino que además comienza a avanzar sobre el espacio público sin considerar los efectos que allí provoca.

La tercera parte dobla la apuesta. Ahora “el dueño” (sí, uno solo), llega a su edificio, sube hasta el último piso y, poniendo en marcha un dispositivo mecánico, comienza a mover el inmueble por toda la ciudad –espacio público- hasta encontrar el lugar que más le conviene. La metáfora no podía ser más clara. De muchos "dueños" que cumplían sus deseos en forma privada, pasamos a uno solo -una muestra del proceso de concentración del capital- que desplaza su edificio (su capital) por las calles porteñas hasta donde mejor le parece. Y si teníamos alguna duda, el lugar elegido es Puerto Madero, antro de especulación inmobiliaria y financiera. Como el capital, el edificio va de un lugar a otro buscando el mejor sitio -¿la mayor rentabilidad?- sin importar lo que este desplazamiento provoca. Una metáfora viva de la lógica del capitalismo: alta concentración y movimiento especulativo buscando el terreno más provechoso.

En su última versión, la escena se desarrolla en el ámbito doméstico ¿Un regreso a la separación entre lo público y lo privado que aparecía en el primer capítulo? No.

Aprovechando su renta acumulada, el anunciante ha comprado los derechos de una publicidad de otro producto -la del perfume “Colbert Noir” emitida hace más de una década- y sólo le cambia el final. Así, el capital se vuelve aun más especulativo, o para decirlo con todas las letras, más haragán: ya no necesita crear nada, o muy poco, porque tiene el poder para comprar el trabajo ajeno. Pero además de esto, uno tiene que esperar hasta el final para darse cuenta a quién pertenece la publicidad, lo que deja en claro la necesidad del capital de ocultarse para mantener su impunidad. El poder del enemigo muchas veces se sostiene en su anonimato. ¿Alguien conoce a los verdaderos “dueños” de la torta? ¿Cuántos rostros conocemos de quienes están detrás de los grandes conglomerados industriales, financieros y militares, y de sus vínculos políticos, sobre los que se erige este sistema? A la alta concentración se le suma el ocultamiento. Todo tras la fachada de una publicidad "original".

¿Pero este nuevo capítulo no expresará también la otra cara de la Historia? Entre las pasteras instaladas en la costa uruguaya sin considerar el impacto sobre la vida de las personas, la construcción de torres a diestra y siniestra en diversos barrios de la Ciudad de Buenos Aires, y el edificio moviéndose al capricho de su “dueño”, el paralelo es notable. No sorprende entonces que el giro temático en la serie se produzca en el mismo momento en que miles de vecinos salen a la calle para protestar contra la construcción indiscriminada de edificios –una de las actividades con mayor nivel de especulación financiera y donde los especialistas afirman que se lavan importantes sumas de dinero espurio-; y cuando se está disputando en Gualeguaychú una nueva batalla por la defensa del medio ambiente, algo público si lo hay. El cambio temático parece expresar que el capital tomó nota de estos cuestionamientos y, por el momento, se ha retirado del espacio público donde su impunidad era tan visible.

No sabemos si este último capítulo expresa un estado de retroceso del capital. De lo que estamos seguros es que a veces necesita resguardarse y esconder su rostro depredador para recomponer su legitimidad. No hay que dejarlo descansar, hay que continuar empujándolo.