domingo, 20 de mayo de 2007

Recepción crítica: la primera pedrada

Recepción crítica: la primera pedrada
En las pedradas que, como granizo, destruían las vidrieras, las boleterías, rebotaban o impactaban en los escudos de la infantería desplegada en la Plaza de Constitución, asoma -si se la quiere ver- una teoría de la recepción, incipiente, que afirma las torpezas reiteradas de los años ochenta -aquello de que el receptor no es manipulable- pero por razones bien distintas.
La mediatización, en vivo y en cadena, del episodio de Constitución (la batalla campal, los incidentes generalizados...) echó luz sobre la disputa del sentido entre los medios y los protagonistas.
Movileros modelizados según el discurso televisado creían ver, primero, "manifestantes" y, poco después, "activistas", donde había "pasajeros" o, mejor, "trabajadores que regresaban a sus casas". Interrogaban, como es esperable, desde el lugar bíblico común: "¿quién arrojó la primera piedra?" Buscaban -con el apremio del animador desde el estudio- el responsable de tamaño desmadre.
Los protagonistas -que no habían llegado a sus hogares y, por tanto, ni siquiera habían podido encender la pantalla de tevé, como todas las noches- se habían cansado de arrojar piedras y de putear a vagones muertos en los andenes. Tanto que la respuesta reiterada resultó obvia: "la primera piedra la arrojó Metropolitano".
La eficacia del coro consistió no sólo en desnudar el origen sino en demoler la matriz desde donde los medios pretendían leer el conflicto. Algo así como "esto que sucede es inexplicable, un trabajador no se convierte en un activista en 15 minutos, en consecuencia, hay activistas, alguien empezó, agita, interviene como oportunista para movilizar la bronca masiva".
Pero no: les explican a los movileros -que ni siquieran pueden procesar con sus propios conceptos el espectáculo al que asisten, entre otras razones porque no tienen tiempo, los envían de acá para allá, son movileros perpetuamente móviles persiguiendo noticias que no entienden-, decíamos, les explican a los movileros que en el origen de toda pedrada (rebelión, estallido, violencia social) está metropolitano, la empresa, el gobierno, el poder.
Hubo que esperar muy entrada la noche para escuchar y ver a uno de a pie que, frente a otro movilero aturdido, denunciaba que los periodistas nada entendían, que había escuchado a Ari Paluch quien hablaba de "turba", que nadie había nombrado a Sergio Tasselli, el vaciador de Río Turbio, el responsable de los 14 mineros muertos en 2004, el vaciador de Parmalat, uno de los accionistas de Ferrocarriles Metropolitanos, empresa que recibe 6 millones de pesos por mes como subsidio para acarrear trabajadores como ganado. La cámara ni siquiera tuvo tiempo de interrumpirse y dejó filtrar la intervención del tipo como dejó ver las piedras que llovían.
En conclusión -para no hacer larga esta entrada-, es cierto que las audiencias pueden hacer una lectura crítica. Sólo hace falta que, antes o durante o poco más tarde, levanten una piedra, la soben un poco al calor de la mano, calculen con esa experiencia que uno fue asimilando desde pibe y la claven con la misma fuerza con que los medios intentan clavar su representación de nuestro mundo y de nuestros problemas en nuestra conciencia.

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