martes, 12 de diciembre de 2006

El grito de google

El grito de google



Sin duda es una observación menor. La industria cultural usó la misma imagen en otros productos (un capítulo de Los padrinos mágicos). Y similar procedimiento ha utilizado con otras pinturas tan clásicas como esta: Campo de trigo con cuervos de Van Gogh en Los Simpson, Mujer llorando de Picasso en algún otro dibujo que ahora se nos escapa, o, para no abundar, La Gioconda reproducida hasta el cansancio en enlatados, imagen institucional de una escuela privada de dibujo, etc.
¿Acaso lo propio de la industria no es apropiarse y formatear las creaciones de la cultura "letrada" y la cultura "popular" hasta convertirlas en ese espeso caldo llamado "cultura masiva"?
Es irrelevante, sobre todo, si consideramos que se trata de Google, uno de los gigantes de Internet, que acaba de adquirir Youtube -un proveedor gratuito de videos- por 1650 millones de dólares (la más grande inversión en el rubro desde la fusión de AOL-Times-Warner, en 2000).
Pero, igualmente, no podemos dejar de escribir una nota al pie para expresar nuestro malestar al descubrir, como millones de navegantes en el día de hoy y en el mundo entero, la reproducción de El grito (1893) del pintor noruego Edward Munch, reconvertida en el logo de la multinacional.
Salvo que la cuestión no sea tan menor: que el grito de ese espectro fantasmal reactualice sus referencias y aluda, no a la crisis por venir de las primeras décadas del siglo pasado, sino al terror de los usuarios de google (nosotros mismos, ahora) al enterarse de que la empresa, que define su misión como la de “proveer un acceso no manipulado, adecuado y libre a la información”, se ha convertido en un gran policía al instrumentar sus redes de búsqueda no sólo para cuadricular perfiles de consumidores internacionales -y ahí está su enorme negocio- sino también para localizar, como lo está haciendo el gobierno de Bush, "los nombres de iraníes involucrados en un [supuestísimo] programa clandestino de armas nucleares"?
Google watch us. ¡Ay!

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